Zidane se movía con la prestancia de un torero. Cada gesto suyo era pura maestría y clase suprema, él orquestaba el juego con inspiración divina. Sus pases eran una obra de arte, como pinceladas magistrales en un https://poppiejvrj808767.blog-mall.com/39250564/la-confesión-de-zidane-sobre-su-cabezazo-en-2006